Con el expresidente en prisión tras 40 días sin huir y el precio del barril de petróleo en mínimos anuales, la opción de adelantar el “gasolinazo” cobra fuerza, aunque el contexto electoral también se valora
Por qué el expresidente Luis Arce no se fue del país es uno de los grandes temas de tertulia en Bolivia en este momento. Unos creen que alguien no ha cumplido una parte del pacto; otros prefieren imaginarlo asumiendo el martirio para que sus hijos volaran; otros creen que la eficiencia de Yamil García desde su viceministerio – Ministerio sorprendió a propios y extraños; otros que el gobierno necesitaba una cortina de humo. También hay los que asumen que Arce no tenía más remedio; los que le confieren una suerte de propósito de enmienda purgando culpas; los que creen que en verdad no tenía donde ir porque nadie lo hubiera recibido e incluso un pequeño porcentaje cree en eso de que “quien nada hace nada teme” y que la Justicia esclarecerá el malentendido.
Es verdad que desde el primer día no se entendió que el expresidente no se alejara de toda vida pública y se recluyera en su departamento y no solo fuera a dictar clase en la Universidad Mayor de San Andrés como hizo (casi) siempre, sino que atendiera a la prensa y criticara las diferentes medidas (o no medidas) del Gobierno, desentendiéndose de asuntos clave – sello de su gobierno – y culpando a los recién llegados de situaciones heredadas. Hasta recomendó recetas menos de 30 días después de dejar el poder.
¿Cuál cortina?
El Gobierno ha puesto la corrupción en el centro de la diana de su política de comunicación. La corrupción justifica medidas impopulares y otras rigideces y el manual Cerimedo indica que hay que combinar denuncias escandalosas que indignen a la población – pueblos inventados para cobrar Fondo Indígena o cisternas fuera de control entrando y saliendo de Palmasola – con resultados concretos: Lidia Patty, la esposa del exgerente de Emapa o aquel dirigente que cobraba por pegas acompañan la estrategia, pero Luis Arce era pieza de caza mayor.
García ha optado por lo evidente: el caso Fondo Indígena está por demás instruido y han aparecido miserias por todo ello. Proyectos tal vez interesantes pero con mecánicas absurdas, como abonar en las cuentas personales y sin exigir rendiciones acordes y una sospecha más que fundada: gran parte de esos recursos que administraban los líderes sociales acababan sirviendo para financiar actos de partido – buses, carpas, amplificaciones, salteñas, etc.,- apestaba a corrupción – ¿cuándo se investigará la UPRE? -. Hacer la vista gorda sobre el responsable de todo ello, el ministro de Economía que entonces era Luis Arce, era cinismo puro administrado con espíritu de purga de los dirigentes involucrados en un esquema que alguna vez David Choquehuanca denunció que tenía “mano blanca” detrás.
Luis Arce durmió el viernes ya en la prisión de San Pedro, no hubo clemencia ni tobillera electrónica para el que hace 40 días retozaba en el piso 24 de la Casa Grande del Pueblo y que tuvo todo ese plazo de tiempo para huir luego de cinco años para destruir todo tipo de pruebas. La “nueva” Justicia de hoy consideró que había riesgo de fuga y obstaculización, por lo que se le impuso la prisión.
La cuestión es que no ha sido una semana fácil para el Gobierno, pero tampoco la peor, y eso que recién se completan cinco.
La semana empezó con dos muertos en una operación policial por un conflicto de tierras entre dos comunidades en Cochabamba, un conflicto “menor” que no evitó el desastre. Primero se culpó a un policía que cargaba un arma propia por su propia voluntad; después se ha matizado en lo que parece otra operación comunicacional: advertir que la Policía está dispuesta a todo y que no se van a amedrentar en la represión para ser el mensaje a colocar. Se vienen tiempos difíciles y alguien cree que no es momento de quitarle autoridad a las fuerzas policiales…
Gasolinazo
En la semana también se han empezado a registrar algunas filas en los surtidores de todo el país. El diésel ya empieza a escasear y hasta las “reservas” sustraídas empiezan a agotarse. En algunos de esos grupos de alta reflexión que asesoran al Gobierno ya se está analizando el momento “gasolinazo”.
La macro dice que es el momento: el barril de petróleo ha cerrado esta semana en 57,52 dólares que es uno de los precios más bajos del año – que empezó en 74 dólares – y muy lejos de la última vez que superó los 100 dólares en abril de 2022. En abril llega nuevo plazo de pago de deuda externa y si se pretenden abrir negociaciones para aplazar sin entrar en default hay que adelantar algunas medidas. El ministro de Hidrocarburos Mauricio Medinaceli pateó el asunto hasta marzo – que coincidiría con el inicio de la cosecha de verano de la soya – y con las elecciones subnacionales, pero es posible que los dólares – que soyeros y mineros en una suerte de altruismo condicionado están trayendo para que el BCB muestre su precio referencial del dólar en el entorno del 8 – no aguanten si no hay más medidas.
Lo cierto es que la Navidad puede convertirse en otro quebradero de cabeza para Paz Pereira y su equipo económico, que no han dado demasiadas explicaciones aun sobre los últimos resultados de su tour en Estados Unidos.
El TSE y las subnacionales
Los otros grandes asuntos de la semana están siendo electorales. Uno, la renovación del Tribunal Supremo Electoral y los Departamentales, donde al no haber un examen específico de conocimiento sobre legislación electoral se han multiplicado las candidaturas de periodistas, docentes e incluso, ex políticos. El otro, la aceleración definitiva por las campañas subnacionales: hasta el lunes se presentan alianzas y después, candidaturas. No hay vuelta atrás.
En todas las grandes ciudades hay avalancha de candidatos. En La Paz Iván Arias y en Santa Cruz Johnny Fernández buscan la reelección aunque los contextos no parecen los propicios mientras Manfred Reyes Villa y Johnny Torres confían en lograrla en Cochabamba y Tarija. Gabriel Mamani con apoyo de Edmand Lara espera ganar en El Alto.
En Santa Cruz hay avalancha por la alcaldía: además de Fernández, el concejal Manuel Saavedra, el comunicador Gary Áñez, Juan Carlos Medrano, Julio César Torrez, Alfredo Solares y el propio Juan Pablo Velasco están en una lista donde todavía podrían buscar espacio la vieja guardia de Demócratas y quien sea el aliado de Luis Fernando Camacho con Creemos.
Las Gobernaciones tienen menos aspirantes, quizá porque tienen menos plata y una agenda política – incluyendo la discusión del 50-50 – mucho más compleja. En La Paz parece despuntar Luis Revilla, en Santa Cruz irá Camacho y en Cochabamba se anunció a Leo Loza por Evo Pueblo primero y luego a Héctor Arce, así que el lío está asegurado.
La solución, en cualquier caso, muy pronto.
Fuente: El País
